El valle de la pájara pinta de Dora Alonso

Doralina de la Caridad Alonso Pérez, conocida por su seudónimo Dora Alonso, fue  una escritora cubana premio Nacional de literatura.  Es la autora cubana para niños más traducida y publicada en el extranjero y la que cuenta con mayor número de ejemplares. Su estilo literario narrativo está basado en la sencillez y manejo de las emociones. Siempre resalta en sus textos al campesino cubano recreando sus valores humanos y amor por la naturaleza. El valle de la Pájara Pinta es una novela breve, ganadora en 1980 del premio internacional Casa de las Américas en la categoría de obras para niños y jóvenes, y además, fue galardonada con el diploma de honor del premio Máximo Gorki.

La autora describe la motivación que la llevó a escribir esta novela y en concreto su elección por el Valle de Viñales para ambientar la historia. Con 38 años, Dora Alonso sufrió una gran conmoción moral y fue el paisaje de Viñales quién la rescató de aquella terrible inercia física y mental, descubriéndose a sí misma como parte de la naturaleza e integrada totalmente en el sentir humilde de sus gentes. Por ello decidió ubicar su segunda novela infantil en Viñales. En palabras de la autora:

Empecé a escribir la historia a partir de una idea muy primaria: una niña que va a pasar las vacaciones con su abuelo y, como escenario, el valle de Viñales. No tengo método alguno para hacer mis libros, no trazo jamás un esquema antes de comenzarlo. Simplemente, concibo un personaje y después me dejo guiar por la imaginación. La trama va avanzando ella sola, como un río, se va abriendo camino impulsada por la necesidad que sienta para contar la historia y la satisfacción que me produzca escribirla. El resto de los personajes y de las situaciones van surgiendo así, inesperadamente. ¿De dónde salen? No lo sé con certeza. Son secretos recónditos. Nadie conoce dónde nace el manantial que surte el pozo del creador; eso sigue en el misterio.

En El Valle de la Pájara Pinta están presentes elementos del folclor popular, al igual que en el resto de su producción literaria dedicada a los niños. Dora Alonso ve en el folclor la raíz de su entorno y de su individualidad:

Desconocer la importancia del folclor dentro de la obra literaria infantil es podar un poquito la necesidad que tiene el niño nuestro de reconocerse en sus raíces.

Dora explica que la protagonista de la novela, Isabel, es el reflejo de su propia infancia, fruto de una dicotomía personal necesaria marcada por la educación de la época:

Isabela es, en parte, un reflejo de mi propia infancia. En parte, digo, porque en realidad yo era dos niñas. Íntimamente era una chiquilla triste y acomplejada –ya lo he relatado en mi Carta autobiográfica al Patito Feo–; pero en lo exterior era muy similar a Isabela: arrojada y amiga de aventuras, vivaz, decidida. Isabel, naturalmente, hace cosas que a mí me estuvieron vedadas. Mis padres nunca hubieran permitido, por ejemplo, que yo cogiera una bicicleta y me fuera sola de excursión, a internarme en el valle. Por eso quise recrearme a mí misma, de acuerdo a como yo hubiera deseado ser, a lo que me hubiera encantado vivir. La Dora niña que siempre quise ser es Isabela. Utilicé una niña como protagonista para romper un poco el esquema de que en casi todos los cuentos el valiente es el niño, no la niña. Como yo me recordaba a mí más emprendedora y enérgica que mude los varones que me rodeaban durante mi infancia, decidí construir la historia centrándola en una heroína. Además, también era un modo de significar el avance de la mujer dentro de la sociedad cubana.

 

 

 

 

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